La vida está llena de estrés, luchas y contratiempos. Y cada uno hacemos frente a estos contratiempos de una manera, pero en ningún caso suele ser fácil afrontarlos. Sin embargo, a unos les afecta a la salud mental más que a otros, y conseguir estar en paz y tranquilos puede resultar complicado.
Entonces, ¿qué se puede hacer para hacer frente a los contratiempos sin que afecten a nuestra salud? Las siguientes estrategias te ayudarán a conseguir la paz y la tranquilidad cuando la vida te lo ponga difícil.
Mantener la paciencia
Cuando las cosas no salen a tu gusto y te irritas, los niveles de estrés a los que te enfrentan son enormes. Y si las cosas salen de otra manera a la que esperabas, la situación puede ser caótica.
Para estos casos, ser paciente es algo fundamental. La paciencia es una forma de tolerancia que significa que no deberíamos reaccionar sin pensar a las críticas y molestias. Es importante saber que la causa de estos reveses nos son permanentes.
La tolerancia y la paciencia son vitales para que en todas las relaciones se suavicen las diferencias.
Tener paciencia no significa permitir que otros te pasen por encima, sino que implica una buena comunicación, protagonizada por la asertividad, que facilitará la definición de los límites y disminuirá las posibilidades de ser manipulado. En este sentido, es aconsejable no tomar las cosas de manera personal y utilizar esa experiencia para ayudar a lidiar con uno mismo.
Llenarse de optimismo
Cuando los contratiempos suceden, es fácil sentirse decepcionado y triste. Nuestro diálogo interno automático se vuelve negativo y hay una espiral de negatividad en la que nos vemos atrapados. Sin embargo, cuanto más nos entregamos a esta conversación negativa con nosotros mismos, peor nos sentimos, y nos volvemos pesimistas.
En estos casos, el optimismo es como un rayo de esperanza que nos deja creer que las cosas no están tan mal después de todo. Por eso, es importante cambiar la forma en la que nos hablamos a nosotros mismos para contrarrestar esos pensamientos irracionales y llegar a tener una charla positiva con uno mismo y sobre uno mismo.
Sentir gratitud
Cuando nos enfrentamos a los retos de la vida y las cosa no salen como esperábamos, podemos sentirnos tristes y deprimidos, lo que nos impide reconocer las cosas buenas que también hay en nuestras vidas. Tenemos que valorar lo que tenemos y adoptar una actitud agradecida. Esta es una elección que puedes controlar.
Haz una lista de todo lo que puedes agradecer, sin pensar en lo que no tienes, en lo que te falta o en lo que perdiste.
Cuando estás agradecido, te sientes bien y se reducen la culpa, sentimientos de desesperanza y el desaliento. Se levanta el ánimo y te sientes con más energía para llevar a cabo los retos de tu día a día. Además, el agradecimiento mejora los vínculos con los demás y te hace apreciar más la vida.
Evitar el perfeccionismo
El perfeccionismo impone exigencias excesivas y favorece las decepciones.
Cuando la persona establece estándares muy altos y no es realista, se hace vulnerable al estrés. Es bueno establecer metas y aspirar más alto, pero hay que tener cuidado con esa tendencia a ser perfeccionista.
El perfeccionismo ofrece la promesa de control y nos lleva a creer que los resultados amargos como el fracaso, el rechazo o la desaprobación se pueden evitar. Sin embargo, la verdad es que a veces estos resultados negativos no se pueden evitar.
Imponernos metas más altas nos hace más difícil poder lograrlas. Estamos mucho mejor cuando nuestros deseos para perseguir la excelencia son adaptativos y somos flexibles, en lugar de ser rígidos en nuestras expectativas.
Cultivar la actitud del perdón
El perdón es una manera de seguir adelante. Cuando cultivamos este valor, nos sentimos mejor y somos más capaces de llevar una vida feliz.
La vida está llena de decepciones y reveses causados por situaciones ajenas a nuestra voluntad. Estamos rodeados de personas que nos han hecho daño. Si insistimos en ese dolor no podemos vivir felices y seguir adelante con nuestras vidas. Sin embargo, está en nuestro poder la opción de liberarnos de la jaula de la ira y el dolor.
El perdón no significa que nos olvidemos lo que ha pasado y así permitir que vuelva a pasar. Se trata de centrarse en los puntos fuertes y encontrar la paz interior. Además, debes aprender a perdonarte a ti mismo, a dejar de lado la culpa y el dolor.