Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertía con el hazmerreír del pueblo, un pobre infeliz, de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y limosnas.
Diariamente algunos hombres llamaban al hombre al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 400 reales y otra de menor tamaño, pero de 2000 reales.
Él siempre cogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risa
para todos.
para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y este le respondió: lo sé, no soy tan tonto. Ella vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguito acaba y no voy a ganar más mi moneda.”
Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:
La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es.
La segunda: ¿Cuáles eran los verdaderos tontos de la historia?
La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
La segunda: ¿Cuáles eran los verdaderos tontos de la historia?
La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
1- Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos.
No necesitamos que los demás se formen una opinión de nosotros por cada paso que damos en la vida. Ni lo necesitamos ni deberíamos buscarlo, lo importante es que nosotros estemos a gusto con quienes somos.
Nos equivocamos al buscar y poner etiquetas a los demás y sus comportamientos.Somos mucho más que lo que opinen de nosotros. Entre otras cosas, debemos pelear contra nosotros mismos durante una temporada hasta llegar a alcanzar la capacidad de sentirnos cómodos sin saber lo que los demás piensan sobre nosotros.
Las personas más infelices en este mundo son las personas que se preocupan demasiado por lo que piensen los demás.
2- Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.
La gente pensará lo que quiera pensar. No importa que siempre busques las palabras exactas o cuides tus gestos al detalle, siempre habrá alguien que los distorsione. Al final, en el resumen de tu vida, poco importará lo que otras personas hayan opinado o no.
Haz lo que te gusta, no lo que creas que les gustará a otros.
Como te ves a ti mismo es lo que realmente importa. Mantente fiel a ti mismo, guíate por cómo te sientas y no por lo que los demás esperen u opinen. Al fin y al cabo, tú eres la única persona indispensable en tu vida y es a ti a quien tienes “que aguantar” minuto tras minuto.
Si estás pensando como todos los demás, no estás pensando. Y si no estás pensando, no está viviendo realmente.
3- La ventaja de ser inteligente es que se puede fingir ser imbécil, mientras que al revés es imposible. Woody Allen
Se dice que ser inteligente es no saber a dónde ir, sino saber a dónde no tenemos que volver y lo que no debemos permitir.
Una persona inteligente sabe que todos tienen derecho a pensar lo que quieran, pero otra cosa muy diferente es tomarlo o no como algo personal. Además, ser únicos y valorar las actitudes que los demás manifiestan ante nosotros, nos da la ventaja de crear situaciones que no nos perjudiquen.
Deja las inseguridades a un lado. Habla y vive tu verdad. No dejes que los demás interfieran ni en tu vida ni en tu día a día.