¡Superalo!


Aunque tratamos de tener todo bajo control, el cambio y las adversidades son inherentes a la vida. ¿Qué hacer cuando te desborda una situación difícil? Desarrollar la resiliencia nos garantiza aceptación, desafío y una salida airosa ante una circunstancia que no planificamos. Te contamos algunas claves para lograrlo.
Es fácil estar seguros de nosotros mismos cuando las cosas marchan bien, pero ante la pérdida de un trabajo, una ruptura de pareja, una enfermedad u otras adversidades que ocurren en nuestra vida y que no teníamos previstas, podemos entrar en un período de desestabilización de nuestro sistema emocional. Si bien este proceso es en principio normal, cuando pasa el tiempo y seguimos sin adaptarnos al cambio, es hora de preguntarnos qué hacer para “salir nuevamente a superficie”.
La evidencia de que no todas las personas reaccionamos del mismo modo ante un contexto determinado ha hecho indagar a la psicología moderna qué es lo que marca la diferencia entre quienes pueden afrontar ciertas dificultades y fortalecerse de ellas y quienes reaccionan de manera negativa o patológica.
La respuesta apunta a una capacidad que se llama resiliencia y que no es algo innato sino que, por suerte, puede desarrollarse. Como explica la psicóloga Ciara Molina* en su libroEmociones expresadas, emociones superadas, “ser resiliente no significa estar exento de sentir malestar emocional. Cualquier persona sufre cuando le sobreviene una catástrofe natural, sufrimiento este que viene acompañado de sensaciones de inseguridad y dolor emocional. Se trata de un camino complejo, desde el punto de vista del estado de ánimo, pero pese a ello la persona saca la fuerza suficiente que le ayuda a afrontar la situación, sobreponerse y adaptarse”.
Volver a nuestro eje
¿Por qué es importante conocer de qué se trata la resiliencia? El término proviene de la física y hace referencia a la capacidad de un material de volver a su forma, lo que sugiere que el individuo puede, ante una experiencia desafortunada, volver a estabilizarse y seguir construyendo. Sociólogos, psicólogos y expertos en el tema aseguran que podemos ser y hacer independientemente de las circunstancias de la vida. Por eso, es fundamental que dejemos de asociar la carencia con incompetencia en nuestro esquema mental. Un dato más que relevante es que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no sólo considera la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno sino que afirma que es un estado que depende en un 40% de la voluntad de las personas. Por lo tanto, existe un rango significativo para intervenir.
¿Cómo ponerlo en práctica?
Para ir más livianos por la vida podemos estimular los siguientes pilares de a poco, pero día a día para adquirirlos como hábitos y estar preparados para que cuando arribe una lluvia no se convierta en una tormenta mental.
Introspección: En la corrida diaria, ¿cuánto tiempo le dedicamos al conocimiento de uno mismo? Ser veraz sobre lo que vemos en nosotros es condición necesaria para afrontar el cambio y la aceptación.
Independencia: Poder tomar distancia de las opiniones del entorno -sin dejar la sensibilidad de lado- nos mantendrá con la mente clara.
Capacidad de relacionarse: Estamos en constante interacción con otras personas, por eso es fundamental que elijamos vínculos sanos y positivos.
Iniciativa: Tener proyectos es un motor fundamental pero lo más importante es proponerse algo y terminarlo. La satisfacción de haberlo realizado, más allá del resultado, permite haber aprendido de todo el proceso.
Humor: No quiere decir que no vayamos a tener preocupaciones, pero poder desdramatizar y no vernos como víctimas todo el tiempo nos asegura que nuestros días sean más agradables y que encaremos la agenda diaria sin stress.
Creatividad: No es una cualidad privativa de las artes, podemos ser creativos en cualquier ámbito de nuestra vida, nos saca del aburrimiento y de la inercia de la rutina. ¡Sólo tenemos que mirar las cosas con otros ojos y animarnos a innovar!
Moralidad: Privilegiar el bien común. Ayudar a quien lo necesite también nos hace sentir útiles, nos reconforta y además, es verdad lo que afirma la canción de Drexler: cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da, construyendo una hermosa cadena de favores.
Autoestima: Considerada el pilar de los demás pilares. Importa no sólo tener una valoración positiva de uno mismo sino que ésta sea consistente y sostenida a lo largo del tiempo. No sirve ser tan duro con uno mismo,  el mejor  consejo es: tratate como tratás a tu mejor amiga.
El camino para desarrollar la resiliencia requiere tiempo y  esfuerzo pero es cuestión de proponérselo. Como dice la  célebre frase de Albert Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien si hacemos siempre lo mismo”.

*Ciara Molina se licenció en Psicología por la Universitat de Barcelona, es especialista en Gestión Emocional y autora del libro Emociones expresadas, emociones superadas.

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