Tan importante es un segundo como una hora, en trabajo, en amistad, en productividad, en hacer algo bueno con nuestra vida.
Para darse cuenta del valor de un año: preguntarle a un estudiante que ha fallado en un examen final.
Para darse cuenta del valor de un mes: preguntarle a una madre que ha dado a luz a un bebe prematuro.
Para darse cuenta del valor de una semana: preguntarle al editor de un diario semanal.
Para darse cuenta del valor de una hora: preguntarle a amantes que esperan para verse.
Para darse cuenta del valor de un minuto: preguntarle a quien ha perdido el tren el ómnibus o el avión.
Para darse cuenta del valor de un segundo: preguntarle a una persona que ha sobrevivido de un accidente.
Para darse cuenta del valor de un milisegundo: preguntarle al competidor que ha ganado una medalla de plata en las olimpiadas.
El tiempo no espera para ninguno.
Atesora cada momento que tengas. Lo atesoras más cuando puedes compartirlo con alguien especial. Dios nos dio el Don de la Vida, el cual es temporal. Es decir cuando nacemos a esta vida humana, lo único seguro que tenemos es la muerte. Cada segundo es irrepetible. Por eso, vive el momento, y mejor aún, vive en la Gracia de Dios.
Para darse cuenta del valor de un año: preguntarle a un estudiante que ha fallado en un examen final.
Para darse cuenta del valor de un mes: preguntarle a una madre que ha dado a luz a un bebe prematuro.
Para darse cuenta del valor de una semana: preguntarle al editor de un diario semanal.
Para darse cuenta del valor de una hora: preguntarle a amantes que esperan para verse.
Para darse cuenta del valor de un minuto: preguntarle a quien ha perdido el tren el ómnibus o el avión.
Para darse cuenta del valor de un segundo: preguntarle a una persona que ha sobrevivido de un accidente.
Para darse cuenta del valor de un milisegundo: preguntarle al competidor que ha ganado una medalla de plata en las olimpiadas.
El tiempo no espera para ninguno.
Atesora cada momento que tengas. Lo atesoras más cuando puedes compartirlo con alguien especial. Dios nos dio el Don de la Vida, el cual es temporal. Es decir cuando nacemos a esta vida humana, lo único seguro que tenemos es la muerte. Cada segundo es irrepetible. Por eso, vive el momento, y mejor aún, vive en la Gracia de Dios.