La vida en las grandes ciudades es una amenaza para lograr la superación personal. El estrés producto de la vida frenética que llevamos nos impide hacer esta mirada interior y concentrarnos en aquello que de verdad vale la pena. La consecuencia de todo esto es la pérdida de la espiritualidad; en su lugar sólo queda el culto al cuerpo.
Las personas se convierten en clones que tienen la misma manera de pensar y actuar. La individualidad queda anulada.
Relajarnos para lograr la concentración mental
Antes de lograr una efectiva concentración mental es necesario hacer unos ejercicios de relajación. Una técnica muy eficaz para relajarnos es cerrar los ojos e imaginar una luz y fundirse en ella. Otras personas se sienten más cómodas concentrándose en una nube e imaginándose que se introducen en ella para diluirse poco a poco en diminutas gotas de agua y pasar a formar parte de la nube.
Otra técnica eficaz es adoptar una postura cómoda y concentrarse en nuestra respiración. A través de esa concentración podemos inducir estados de relajación progresivos. Esto se logra con mucha práctica.
Una vez relajados es cuando podemos ser capaces de concentrarnos en un sólo pensamiento, logrando un control sobre nuestra mente y consiguiendo la llave a nuestro poder mental para concentrarnos en aquello que es valioso y nos interesa.
Así podemos llegar a pensar en lo que queremos y concentrarnos en el presente. A veces pensamos en el pasado o en el futuro. El presente es lo único real y concreto.
Concentrarnos en nuestras tareas del momento y evitar distracciones nos ayuda a ser más eficientes en nuestras vidas.
Concentrarnos en nuestras tareas del momento y evitar distracciones nos ayuda a ser más eficientes en nuestras vidas.