¿Sabes cómo influyen las emociones en la expresión de nuestros genes?


Mucho se habla de sentirse bien. Sin embargo, sentirse bien no lo es todo. Al menos eso podemos concluir de una investigación que encontró que hacer el bien tiene un impacto más beneficioso y potente sobre nosotros que nuestro propio bienestar.
El  estudio en cuestión, realizado por investigadores del  Cousins Center for Psychoneuroimmunology (UCLA) y la Universidad de Carolina del Norte, fue el primero en investigar el impacto de los diferentes tipos de felicidad en el genoma humano.

Los investigadores examinaron cómo los componentes específicos de la psicología positiva impactan en la expresión de genes humanos. Descubrieron que los distintos tipos de felicidad tienen diferentes impactos en nuestros genomas.
La pregunta que se planteó este estudio fue si los diferentes tipos de bienestar activaban tipos positivos de la expresión génica. Para ello, los investigadores examinaron las implicaciones biológicas de los dos tipos de bienestar -el tipo hedonista y el tipo eudaimónico- a través de la lente del genoma humano, que es un sistema complejo compuesto por más de 21.000 genes que ha evolucionado para ayudarnos a sobrevivir.

Bienestar y genoma humano

Durante los últimos 10 años, los investigadores que realizaron este estudio han estado examinando cómo el genoma humano responde a el estrés, a la miseria, al miedo y todo tipo de eventos negativos. En este estudio, sin embargo, los investigadores se preguntaron cómo el genoma humano podría responder a la psicología positiva. Querían saber si el bienestar influía en la expresión genética y, en caso afirmativo, conocer cómo lo hacía.
Estudios anteriores habían encontrado que las células inmunes circulantes muestran un cambio sistemático en los perfiles de expresión de genes de referencia durante largos períodos de estrés, amenaza o incertidumbre. Conocido como respuesta transcripcional conservada a la adversidad, o CTRA, este cambio se caracteriza por un aumento de la expresión de genes implicados en la inflamación y una disminución en la expresión de genes implicados en respuestas antivirales.
Según los investigadores, esta respuesta probablemente evolucionó para ayudar al sistema inmunológico a contrarrestar los patrones cambiantes de la amenaza microbiana que fueron ancestralmente asociados con el cambio de las condiciones socio-ambientales. Estas amenazas incluyen la infección bacteriana de las heridas causadas por el conflicto social, así como un mayor riesgo de infección viral asociada con el contacto social.

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