Saluda a tus emociones


Las emociones nos predisponen de maneras diferentes a la acción; cada una de ellas nos señala una dirección que, en el pasado, permitió resolver adecuadamente los innumerables desafíos a  los que se ha visto sometida la existencia humana. 
Alegría
Es el sentimiento positivo que surge cuando conseguimos una meta u objetivo, vivimos una experiencia que consideramos agradable o conseguimos reducir nuestro malestar.

– Bajo su influencia somos capaces de traer a nuestra memoria recuerdos alegres. Funciona como un motor que remueve nuestra vida y nos hace que elegir aquellos momentos en los que tuvimos esta emoción positiva.
– Induce cambios hormonales reduciendo el estrés, mejorando la respuesta inmune y las respuestas cardiovasculares.
 Facilita la interacción social haciendo que seamos personas más comunicativas, más propensas a  prestar ayuda a los demás y consiguiendo suavizar los efectos de las emociones negativas.
– La alegría se contagia. Cuando nos sentimos alegres tendemos a compartirlo con los demás y con el mundo e intentar que nuestro alrededor también la disfrute.
Sin la tristeza no seríamos capaces de sentir alegría
Tristeza
Es un sentimiento negativo que se caracteriza por que nuestro estado de ánimo decae y hace que nuestra actividad mental y nuestras acciones se reduzcan.


– Estar triste es muy subjetivo y personal. Aparece ante situaciones en la que perdemos algo o a alguien o en la que nuestro yo se ve dañado. Puede oscilar desde una melancolía leve a una pena intensa, pero no podemos confundirla con depresión.
– Influye sobre nuestros procesos de pensamiento haciendo que tengamos una menor capacidad para la creatividad. Nos focalizamos en los datos disponibles, tratando de reflexionar en aquello negativo que ha ocurrido y no exploramos otras opciones para resolver un conflicto o salir de una situación negativa.
– Sentir tristeza hace que no tengamos una buena disposición para el contacto social y que nos aislemos o que, por el contrario, nos estimule para buscar ayuda.
– Cuando nos sentimos tristes de manera continuada podemos experimentar indefensión aprendida que hace que pensemos que hagamos lo que hagamos no vamos cambiar nada por lo que tomamos la opción de no intentarlo.
La tristeza también tiene su lado positivo: te hace reflexionar acerca de lo que realmente te importa



Ira
Es un sentimiento negativo que aparece cuando nos vemos sometidos a situaciones que consideramos frustrantes o dañinas para nuestra integridad y la de las personas que estimamos.


– Nos moviliza para la acción  a la vez que nos ciega racionalmente. Hace que interrumpamos nuestro pensamiento complejo y que expresemos afectos negativos hacia el foco de nuestra frustación ya sea una persona o una situación.
– Si estimamos que es posible actuar sobre aquellos factores que bloquean nuestras metas aparecerá la ira. Por el contrario,  si consideramos que no podemos hacer nada la emoción que sentiremos será la tristeza.
– También aparece ante la transgresión de normas y derechos en nuestra comunidad: la injusticia.
– Hay muchas formas de canalizarla y puede aparecer cuando no recibimos ninguna recompensa por nuestra labor o acciones. Ej: si nuestro jefe no nos paga o si no nos reconocen los esfuerzos que hacemos por los demás.
No os entreguéis demasiado a la ira; una ira prolongada engendra odio.



Miedo
Es un sentimiento que se produce por un peligro inminente que consideramos que puede dañarnos o dañar a personas de nuestro entorno.

– Esta emoción es compleja y a la vez fundamental para nuestra supervivencia.Desde tiempos prehistóricos, el miedo ha servido al ser humano para huir o enfrentarnos con algo que supone un peligro real para nuestra seguridad  y tomar decisiones sobre qué situaciones debemos evitar.
– Lo malo del miedo es cuando aquello que tememos no es un peligro real, sino que se teme en base a la interpretación que hacemos sobre los acontecimientos. Nos proyectamos en futuro imaginado en el que las consecuencias de sentirlo serán horribles para nosotros. Esto es lo que se conoce como ansiedad.
– Tanto las experiencias que vivimos como los miedos que la sociedad y la educación nos inculcan, hacen mella en nuestra percepción del mundo.
No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.



Asco
Es la respuesta emocional que damos  ante alguna cosa que nos provoca repugnancia o porque tenemos una impresión desagradable sobre algo.


– Las reacciones del asco en nuestro cuerpo son las que más nos delatan al ser muy intensas, difícilmente podemos esconderlas.
– La función de supervivencia que tiene es la de protegernos ante una posible intoxicación o envenenamiento, pero que sintamos asco ante alimentos que no son tóxicos tiene más que ver con asociar ciertos sabores a experiencias o pensamientos desagradables.
– No sólo sentimos asco por la comida o por olores de distintas sustancias, sino que las ideas morales que son desagradables para nosotros y las personas que las representan también nos producen esta emoción.
Todo el mundo posee una escala de lo despreciable, que va desde lo que nos disgusta un poco hasta lo que nos parece claramente repugnante, incluso difícilmente soportable. Roger-Pol Droit









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