La mejor enseñanza es que, con el pasar de los años, llega un momento en el que dejas de sentir el amor como turbulencia y empiezas a viajar como pasajero de primera clase: con tranquilidad, calma y seguridad. Finalmente, comienzas a entender que el amor no es un accidente de tren que te impacta y te desestabiliza, sino más bien un recorrido a pie junto a la persona que decidió acompañarte.
De esas experiencias no gratas aprendemos cosas como que, por más que intentemos retener a alguien, nadie va a quedarse. Las personas no son objetos que podemos controlar y porque otro ser es tu pareja no significa que te pertenece; si decide vincularse emocionalmente con alguien más, debes aceptar que ya no te ama.
Y sucede muchas veces. En ocasiones se hace difícil aceptar que hay relaciones que simplemente no funcionan y, por más que te exprimas, sacrifiques o exijas, nada va a cambiar.
Cuando tienes una relación sana donde ambos se quieren y valoran por igual, pierdes el miedo a querer tener el control ya que sabes que, a su lado, tendrás la seguridad garantizada.
Por eso, es muy importante que aprendas sobre ti para saber escoger a la persona indicada. Si sabes cuánto vales y cuánto mereces, no importa quién amenace con irse o con dejar de amarte; si lo que sientes por ti es suficiente, nadie podrá decirte de lo que eres merecedor.