Sucederá lo que esperas (el síndrome de Pigmalión)


Pigmalión es un personaje de la mitología griega. Dice la mágica historia que era un escultor y se propuso hacer una estatua perfecta. Lo logró. Esculpió una mujer tan bella, y de manera tan real, que el mismo Pigmalión se enamoró de su obra.
La trataba como al gran amor de su vida y le dedicaba todo su tiempo. La diosa Afrodita, conmovida por este amor tan singular, le dio vida a la escultura y, ya saben: vivieron felices…
Esta alegoría nos habla de esas situaciones que tienen una presencia tan fuerte en la mente, que terminan convirtiéndose en algo real. De esto se dio cuenta Rosenthal, un investigador del comportamiento humano. Notó que lo imaginario terminaba volviéndose real en el mundo de lo humano.

Los efectos del Síndrome


David McClelland, en su “Estudio de la motivación humana”, se refiere a un interesante experimento llevado a cabo en los Estados Unidos. Se tomó al azar un grupo de estudiantes negros de Harlem y se les aplicó un test de coeficiente intelectual.
También al azar, se les dijo a 20 de ellos que habían sacado altas puntuaciones y que su desempeño era superior al del promedio general. Luego se le entregó el grupo a un maestro, indicándole las particularidades de estos “geniales” jovencitos. Al final del año, todos estos estudiantes tuvieron un desempeño superior al de los demás jóvenes a quienes se les había aplicado la prueba.
Por supuesto, los resultados iniciales del test eran falsos. Ninguno de esos jóvenes mostraba capacidades superiores. De hecho, algunos calificaron por debajo del promedio.
El punto es que a partir de experimentos como este ha podido concluirse que si un niño es considerado inteligente y capaz, y se le trata esperando que sea competente, él acabará respondiendo a esa expectativa.
Desafortunadamente, también ocurre lo contrario. Si alguien es tratado con recelo y se desconfía de sus capacidades, probablemente será incapaz de volverse competente y exitoso.
De eso se trata el Síndrome de Pigmalión. Se expresa de una forma interesante, a través de esta sentencia: “Tanto si usted cree que puede, como si cree que no puede, está usted en lo cierto”

El poder de la simulación


Son muchos los casos de simulación que terminan convirtiéndose en realidad. Se han documentado situaciones en las que personas que se fingen enfermas para no asistir al trabajo, terminan muriendo de esas enfermedades supuestamente imaginarias. También existe el caso de un preso que se fingió loco para evitar su condena y terminó, efectivamente, perdiendo la razón antes de ser trasladado a un sanatorio.
Juan Antonio Vallejo, en su libro “Locos egregios”, ofrece esta explicación en referencia a los delirios que se convierten en realidad: “Lo que empieza simulándose, al tener el individuo una previa estructura psíquica anómala, se independiza en gran medida de su voluntad, y los síntomas inicialmente fingidos siguen un curso que se regula por mecanismos inconscientes y no ya por la voluntad del enfermo”.
Esto es aplicable tanto a estructuras psíquicas “anómalas”, como a aquellas que consideramos “normales”. La fuerza de una convicción llega a ser tanta, que toma forma, a través de mecanismos inconscientes y se torna verdad. Está en la base del famoso axioma: “Una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad.”
La mente humana tiene posibilidades ilimitadas. Eso juega a favor, o en contra. Depende de nosotros hacernos conscientes de ello y darle el curso que deseamos.

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