Érase una vez un mago condenado a muerte por el rey del lugar. El día de su ejecución, el mago prometió al rey que, si lo dejaba vivir un año más, haría que su caballo hablara, dándole fama mundial. Pero, si llegaba a fallar, el rey podría ejecutarlo inmediatamente.
El rey aceptó. El mago fue perdonado por un año y colocado en el calabozo del Palacio Real. Un duque, amigo del mago, lo visitó en el calabozo y le dijo:
-Sin duda alguna, estás loco. Todos sabemos que no es posible hacer que el caballo hable, ¡No hay esperanza! Vas a morir.
El mago respondió:
-Pero, por lo menos, tengo un año más de vida. Quizá logre hacer hablar al caballo, de cualquier manera, ¡tengo todavía un año más!