Acumular silencios tiene su precio


En ocasiones, el silencio como respuesta, suele interpretarse como un desprecio. Si pensamos en el tradicional dicho: “no hay mayor desprecio que no dar aprecio”, podría parecernos que el silencio es una estrategia, que  hiere y daña si recurrimos a ella para resolver conflictos.
Incluso en algunas situaciones, “callar es una forma de mentir”. Una mentira siempre es una mentira independientemente de que seamos capaces de expresarla con palabras o no.
Dice un aforismo, que “el silencio es el ruido más fuerte, quizá el más fuerte de todos los ruidos”, pero  en mi opinión, se genera mucho más dolor, cuando el silencio es acumulable. Es preferible manifestar lo que sentimos y pensamos, pues así tendremos opción a distintas soluciones y aliviaremos las correspondientes cargas.
Con el paso del tiempo, seremos capaces de acarrear silencios y palabras que deberían de haber sido expresadas, se formará una carga demasiado pesada, y llegado el momento , ya no tendrá ningún sentido reclamarle al pasado locuciones que decidimos fuesen ignoradas. Entonces, volveremos a callarnos reiteradamente de manera temporal o definitiva, pero sin soltar lastre, y la dimensión y magnitud que ocupará el silencio nos volverá a dejar atrapados  (pasado/presente/futuro).
Personalmente sospecho, que la mejor opción es expresar con respeto y cuidado lo que sentimos. Apostar siempre  por el valor y consistencia que tienen las palabras. El silencio puede ser un ruido o un temblor, previo a la catástrofe.

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