Todas las personas pueden aportarnos algo en la vida. Toda relación enriquece de una forma u otra pero es probable que pienses que cuanto más diferentes a ti las personas de las que te rodeas mejor te complementarás y más te aportarán. La ciencia ha tratado de estudiar si verdaderamente los polos opuestos se atraeno preferimos relacionarnos con quien compartimos gustos y actitudes.
La primera presunción planteada es la que nos dice que los polos opuestos se atraen y que las personas nos emparejamos para complementarnos ha sido ampliamente estudiada. Estos investigadores creen que las personas elegimos con quien compartir nuestra vida conforme a la capacidad de esa relación para satisfacer sus necesidades. Un ejemplo sería que una persona muy dominante elija a alguien sumiso para relacionarse y viceversa.
En segund lugar nos plantean la opción de que los polos opuestos no se atraen. De esta forma,valoran la posibilidad de que entre nosotros y las personas que nos rodean haya mayor semejanza en las actitudes que lo que se esperaría por puro azar.
¿Qué suposición va ganando la batalla?
Parece que, aunque la creencia popular de que los polos opuestos se atraen está muy arraiga, la investigación indica de manera abrumadora que la regla es la semejanza.Este planteamiento es el que está siendo evidenciado una y otra vez: somos más parecidos a nuestros amigos y parejas que lo que se esperaría si nos emparejasen de forma aleatoria con cualquier otra persona. No obstante, uno de estos estudios plantea que la similitud quizás es más percibida que real. El estudio dirigido por Wetzel (1979) mostraba con claridad que nos sentimos más atraídos por personas con ideas similares; esto se explica porque percibimos que vamos a estar más de acuerdo con esa persona y tendemos a acercarnos o sentir más afinidad con ella.
Curtis y Miller (1986) hicieron creer a una parte de los participantes de su estudio que le gustaban a un desconocido y a otros que no eran del agrado de éste. Los que creían que gustaban fueron más simpáticos, autorreveladores, mantuvieron más contacto visual y hablaron de forma más afectiva con el desconocido que los que creyeron que desagradaban al desconocido.
¿Qué otros factores influyen en que alguien nos guste?
La atracción física es importante tanto a la hora de iniciar una interacción social como en las relaciones conyugales. Parece que en un inicio nos sentimos más atraídos por las personas que nos parece que tienen una apariencia física agradable y que es comparable a nosotros.
Por otra parte, cuando conocemos a alguien tendemos a agrupar los rasgos de personalidad en dos conjuntos. El primero englobaría los rasgos afectivos (cariñoso, alegre, amable, feliz, considerado…) y señales no verbales (sonríe, mantiene la mirada, expresa emociones en su rostro, etc). El segundo conjunto de rasgos de personalidad que consideramos tiene que ver con la competencia percibida (tiene una conversación interesante, sabe de lo que habla, sabe transmitir, no impone, etc).
La inteligencia es otro factor clave pero poco podemos decir ya que su papel en la atracción entre personas no está claro puesto que las investigaciones han obtenido resultados contradictorios. Por último, se desprende de la investigación en este campo que un rasgo desfavorable a la hora de sentirnos atraídos es percibir a esa persona como injusta o, lo que es lo mismo, cometiendo una injusticia.
¿Y el entorno no influye?
Sí. Las personas más próximas a nosotros nos resultan más atractivas. Bien sea porque el estar cerca favorece que nos relacionemos o porque a raíz de ver a esas personas y convivir con ellas pasan a convertirse en personas familiares y no amenazantes.Steinzor mostró que las personas sentadas frente a frente se tienen en mayor consideración, quizás porque no pueden evitar relacionarse. Evans y Wilson realizaron un curioso estudio en el que analizaban las relaciones entre chicas universitarias que vivían juntas. Si lo que compartían era habitación en el 90% de los casos eran amigas y si compartían piso lo eran en un 69%. La proximidad física es importante a la hora de comenzar una relación.
En definitiva, las investigaciones realizadas hasta ahora indican que nos sentimos más atraídos por personas que tienen una forma de pensar similar a la nuestra, personas que son parecidas físicamente a nosotros, personas agraciadas físicamente, personas competentes, personas con facilidad de relación y personas justas. No buscamos, pues, nuestra media naranja, sino las naranjas más parecidas a nosotros. Curioso, ¿verdad?
Imagen cortesía deThomas Reichhart
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