Es algo que ya definitivamente tenemos que frenar.
Amber Briggle ya está cansada. Es madre de un niño de tan sólo 9 años, llamado Max. Y no es que esté cansada por la rutina diaria o por el exceso de trabajo, sino que está harta de los constantes abusos y burlas de las que su pequeño es víctima y que no siempre puede frenar, aunque quisiera. Max es un niño transgénero que ha tenido que lidiar con las burlas y las miradas negativas de otras personas, sobre todo de niños de su edad.
Hace unos meses, Max estaba en un tribunal, pero el estrés y la ansiedad se le vino encima y el pequeño no soportó la angustia, por lo que rompió a llorar. Su madre, atenta a lo que ocurría, de inmediato fue hasta él para cobijarlo y hablarle.
Mientras tanto, alguien tomó una foto del momento y la imagen se convirtió en viral.
Pero, ¿qué estaba pasando en ese momento?
Amber y su hijo, Max, estaban en la corte de Texas luchando por el derecho a usar el baño que le correspondía al pequeño. Si bien hace un tiempo Texas aprobó una medida en que cada estudiante transgénero debe usar el baño correspondiente a su género biológico, Max ha tenido que lidiar con las burlas de otros compañeros.
Según afirma Amber, su hijo debería estar disfrutando de la infancia y de sus vacaciones tal como otros niños, y no luchando por sus derechos en un tribunal y soportando diferentes ataques.
“Al ver esta foto mi corazón se rompió y espero poder ayudar a otros. Por eso publiqué esta imagen en mi página, esperando ser visible para la gente transgénero del estado y del país, pues esta lucha está en todas partes de cierto modo”
-Amber Briggle a Huffington Post
Amber Briggle
Con esta imagen, Amber pretende crear consciencia en el estado de Texas, y en otros lugares, para que los niños transgénero sean aceptados como tal y ya no sean víctimas de la ley o de diferentes acosos o burlas.
“Ama a tus hijos, no es difícil. Deja de pensarlo todo. No seas el primer acosador de tu hijo, ayúdalo a enfrentar a los acosadores y escudarse en tu amor incondicional”
-Amber Briggle a Huffington Post
Al final de todo, siguen siendo niños y merecen respeto como tal.