Sentir miedo es algo normal. Esto se debe a que el cerebro de todos los seres vivos, al encontrarse en situaciones de riesgo, reacciona de manera instantánea en defensa propia. En otras palabras, en situaciones de peligro se activa de manera instintiva un sistema de protección frente a posibles ataques o situaciones que puedan generar algún desequilibrio.
En el ser humano la forma de enfrentar el miedo es el resultado de la confluencia de mecanismos instintivos y del aprendizaje que se ha ido acopiando en diversas situaciones. O sea, en este sentido se podría decir que a la hora de enfrentar una amenaza se activa en un primer momento el instinto de conservación, pero también un proceso mental aprendido que induce a actuar en uno u otro sentido.
“El miedo es ese pequeño cuarto obscuro donde los negativos son revelados.”
No obstante, la forma de reaccionar ante algo temido varía de una persona a otra. Hay quienes actúan agresivamente mientras que otros se quedan inmóviles y con la mente en blanco intentando diseñar (o no) alguna posible solución ante al peligro que tienen de frente.
Hay también los que tienen sangre fría y son capaces de pensar rápidamente para eludir o enfrentar la amenaza de manera acertada.
El ser humano tiene una psiquis compleja y no siempre siente temor frente a amenazas reales. A veces se trata simplemente de fantasías que nacen de experiencias traumáticas y que se enquistan en la mente. Estas dan lugar a temores frente a peligros que no existen, pero que pueden ser muy invasivos y hasta socialmente incapacitantes.
El miedo es una fuerza que se puede transmutar
Hay una verdad universal: el miedo se supera enfrentándolo. Muy fácil decirlo, muy difícil ponerlo en práctica, pero así es. De hecho, el miedo es una emoción con gran poder y si lograr transmutarlo en una fuerza interna que te permita seguir adelante, te convertirás en una persona más segura y más libre.
Cuando te enfrentas a una situación que te genera tensión y tienes el firme propósito de superarlo, hacerte algunas preguntas puede ayudarte: ¿por qué te sentiste así?, ¿qué recuerdos o sentimientos llegaron a ti en ese momento?, ¿cómo reaccionaste o en qué parte de tu cuerpo sentiste que se escondió esa aprensión?
Las respuestas te permitirán delimitar el temor y materializarlo, con el fin de que lo hagas consciente y evites que se repita una situación similar. Así que lo primero es percatarse sobre por qué aparece la aprensión. De esta forma podremos identificar sus causas y la función que cumple en las situaciones que experimentamos.
Hacernos conscientes de las causas nos permitirá evaluar si corresponde a un temor que busca protegernos de un peligro real o si se trata de un desequilibrio imaginario en nuestra vida.
¿Qué hacer frente al miedo?
Para poder identificar cuál es la naturaleza del miedo que sientes, necesitas:
- Hacer una pausa y rodearte de un ambiente tranquilo en el que puedas reflexionar sobre los temores que sufres. Intenta simplemente respirar profundo y tranquilizarte, pues de este modo tu conciencia fluirá mejor.
- Ante todo no te sientas culpable por haber sentido miedo y recuerda que es algo normal, que puedes irlo venciendo poco a poco.
- Confía en ti. Recuerda que en ese temor hay también un aprendizaje sobre ti mismo y lo puedes convertir en una maravillosa enseñanza.
No veas el miedo como un enemigo, pues este es adaptativo. En realidad, por miedo se cometen grandes tonterías, pero también se llevan a cabo grandes hazañas. Quien tiene miedo de fallar, a veces se esfuerza un poco más. Quien tiene miedo de perder la libertad, puede enfrentarse a temibles riesgos con tal de preservarla.
El coraje está hecho de miedo. Lo que varía entre un “cobarde” y un “valiente” es simplemente una decisión. No es que el “valiente” no tenga miedo, sino que ha decidido transitarlo en lugar de evadirlo.
Esto no es para nada un proceso fácil. Se logra como se obtienen los grandes logros en la vida: con constancia, paciencia y paso a paso. Lo único determinante en relación al miedo es que haya una auténtica decisión de superarlo. No hay otra manera de lograrlo que diseñar una estrategia con la que te sientas cómodo para mirarlo a la cara.
Aprender del miedo
Si luchas contra el miedo sin entender su fundamento y de forma irracional, seguramente podrás manejarlo de forma inmediata y ligera, pero no lo estarás combatiendo de raíz, por lo que podrá reaparecer en cualquier momento. Al miedo hay que pensarlo, no es bueno que te dejes llevar por arranques temerarios sin mayor conciencia de lo que estás haciendo.
Como bien lo dice el adagio popular “El miedo es una acción y el coraje es una reacción”. Recuerda esto para los momentos en los que te sientas petrificado, inmóvil o sin ganas de seguir con tus planes. De lo contrario, podrías arrepentirte por hacerle caso al temor y no a tus verdaderos sueños y deseos.
No olvides que el miedo se expresa física y mentalmente. Físicamente se puede combatir con un buen manejo de la respiración en momentos de crisis. Es un método para percibir mejor tu cuerpo y precisar los cambios que se operan en él de modo que puedas controlarlos.
Pero no basta con esto. Hay que hablar sobre el tema y expresar tus sentimientos a otros, escribirlos o simplemente mirarte a un espejo y hablar contigo mismo de lo que sucede. Estos son recursos idóneos para encontrar ese equilibrio que te hace falta. Porque el temor no se supera escondiéndose de él; por eso no le temas, transítalo.
Fuente: La Mente es Maravillosa