Las ciudades lentas mejoran tu vida (estrés)


Algunas personas quieren vivir en una ciudad lenta porque sienten que sus vidas son demasiado estresantes. Sin embargo, una persona que vive en una ciudad lenta todavía tiene plazos de negocios, los tiempos de viaje al trabajo, las presiones familiares y horarios de trabajo. Si nuestras agitadas vidas son creación nuestra, entonces no necesariamente podemos ralentizar nuestro ritmo por vivir en una ciudad lenta.
Vivir calmadamente nuestra vida significa estar a cargo de nuestros propios horarios y tomar decisiones que nos ayudan a disminuir la velocidad y respirar un poco más fácil a diario.
Sin embargo, si bien debemos reconocer nuestra propia responsabilidad para ayudar a crear nuestro propio ‘ritmo lento’ de vida, estoy convencido de que nuestro contexto también juega un papel importante. Si las ciudades en que vivimos son inherentemente “lentas” en su filosofía y la política, entonces esto va a impregnar nuestras vidas como los residentes de estas ciudades. De hecho, la base misma de la filosofía de las “Ciudades Lentas” fue contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de dichas ciudades.
Personalmente me siento atraído con la idea misma de vivir en una ciudad lenta. La filosofía compartida se basa en un deseo de mantener el sentido local de lugar, la propia identidad de la ciudad, y también hacer aportaciones que mejoren la calidad de vida de sus ciudadanos. Por ejemplo, una “ciudad lenta” o “Slow City” pretende mejorar y promover las infraestructuras para uso peatonal y de transporte alternativo. Si mi ciudad es más accesible para mí como peatón, automáticamente puedo interactuar con el espacio local en un nivel “más lento”. Por supuesto, esto es sólo un pequeño ejemplo, pero es un ejemplo relevante que puede ayudar a cambiar el ritmo acelerado de nuestras.
Una ciudad lenta hace que sea más fácil vivir en ella. No todo acerca de una Slow City siempre será lento, pero la política de la ciudad da opciones para que sus ciudadanos puedan vivir lentamente. Sin embargo, la última decisión de vivir calmadamente la tiene la persona. Algunas de estas ciudades aún pueden dar lugar a decisiones que favorecen el estrés. Pero si mi ciudad me ayuda a tomar algunas decisiones lentas cada día, mi calidad de vida mejora y cada momento se vuelve más rico.

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